En la vejez las necesidades nutricionales cambian y se han de adaptar a la situación clínica de cada paciente para asegurar una condición corporal óptima que favorezca su calidad y esperanza de vida.
Existen criterios bien definidos en cuanto a las recomendaciones nutricionales para las fases de crecimiento, edad adulta, gestación o lactancia, pero no hay recomendaciones específicas para animales geriátricos, dado que cada individuo puede envejecer a una velocidad diferente y presentar patologías muy variables.
La AAHA (American Animal Hospital Association), ha establecido tres fases durante el envejecimiento de perros y gatos —maduro, sénior y geriátrico— que son variables en función de su esperanza de vida, raza o tamaño (2005, AAHA Senior Care Guidelines for Dogs and Cats). Se considera, por tanto, que el gato entra en la fase de envejecimiento a partir de los 7 años, que sería la edad madura, a partir de los 11, la sénior, y a partir de los 15, la edad geriátrica.
¿Qué le sucede al paciente en esta etapa?
La vejez no es una enfermedad, por lo que no se debe generalizar sino considerar a cada paciente de forma individualizada. En el gato, sobre todo en la etapa de vejez más avanzada, se dan ciertos cambios fisiológicos importantes: son más sensibles al estrés y a las variaciones en su entorno y hábitos. Cuidar el bienestar del gato geriátrico en casa puede ayudar a prevenir situaciones de anorexia que desencadenen problemas de salud. Esta dificultad de adaptarse a los cambios provoca, muchas veces y sin que apenas nos demos cuenta, una disminución del consumo voluntario de alimento, por disminución de la movilidad,
por ejemplo, o por el deterioro de los sentidos del olfato y el gusto. Además, la reducción de la sensación de sed y hambre, que pueden darse también en esta fase, desencadena una deshidratación y desnutrición
subclínica que deteriora el estado general del gato.
Es de vital importancia detectar estos cambios en sus hábitos alimenticios para poder ofrecer al animal opciones más palatables y fáciles de comer: si el gato cambia, debemos adaptarnos también a esos cambios. Mantener una buena salud dental en estos pacientes es muy importante, ya que el dolor oral puede hacer que coman menos y favorecer la desnutrición.
Por otra parte, nos encontraremos con patologías en las que un tratamiento nutricional adecuado puede ser clave para el mantenimiento de la calidad de vida del paciente (ver cuadro).
¿En qué consiste una dieta sénior?
No existe un criterio específico para esta etapa por la gran variabilidad de cambios fisiológicos que se producen según el individuo, como hemos visto, por lo que cada fabricante o productor de alimento se basará en su experiencia para formular productos destinados a este tipo de pacientes. Lo que sí encontramos en la mayoría de ellas es el uso de nutrientes funcionales, como antioxidantes y ácidos grasos EPA y DHA.
Los antioxidantes
Para entender la importancia de los antioxidantes debemos saber primero que los radicales libres son unas moléculas que, a través de la oxidación, producen daño celular en los organismos. Este daño puede llevar a una alteración de la respuesta inmunitaria y ser un importante factor que contribuya a muchas enfermedades, como pueden ser la aceleración del envejecimiento, los tumores y la enfermedad cardiaca.
Los antioxidantes de los alimentos (ver cuadro) protegen frente al daño de los radicales libres, por lo que son beneficiosos en el manejo de los animales con procesos inflamatorios y enfermedades crónicas, donde están presentes. Además, se ha estudiado su contribución en la lucha contra el envejecimiento.
Los ácidos grasos
Los ácidos grasos omega-3, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), tienen un efecto antiinflamatorio, por lo que son beneficiosos en el control de enfermedades inflamatorias que pueden estar presentes en estos pacientes, como la artrosis, la enfermedad inflamatoria intestinal o la enfermedad renal, por ejemplo.
Las fuentes de estos ácidos grasos son de origen vegetal, como el aceite de lino o el aceite de linaza, o de origen animal, como el aceite de pescado. Hay que tener cuidado con los suplementos de ácidos grasos, porque si ya están añadidos en el alimento, su exceso puede desencadenar problemas de salud en el paciente. Debemos informar al propietario, ya que en muchas ocasiones utilizan suplementos de ácidos grasos (aceites de pescado sobre todo) que compran por recomendación externa.
Extraído de Emily Badaraco, La nutrición del gato geriátrico. Ateuves 80, págs. 12-16.