La presencia de contenido abdominal en la cavidad torácica es un proceso que habitualmente se origina por un traumatismo, pero que en casos como en el que describimos en este artículo también pueden ser congénitos.
Jessica Valbuena Vidal Coordinadora del equipo de auxiliares en MiVet Hospital Veterinario Avenida, Bilbao Imagen cedida por la autora
Una hernia diafragmática se define como un defecto en la continuidad de la pared del diafragma que permite el paso de órganos abdominales (hígado, estómago, asas intestinales, omento, bazo…) a la cavidad torácica.
Tipos de hernias diafragmáticas según su origen
- Hernia diafragmática congénita: en este caso, el diafragma no se forma de manera completa durante la embriogénesis. En animales jóvenes, se estima que un 5-10 % de hernias diafragmáticas son congénitas. En esta patología, los signos clínicos pueden ser inespecíficos, no continuos o incluso puede haber casos asintomáticos.
- Hernia diafragmática traumática suele ser causada por un fuerte traumatismo, ya sea un accidente automovilístico, un golpe grave o una caída desde una gran altura que provoque el desgarro del diafragma. Este tipo de hernias son las más habituales en pequeños animales.
Principales síntomas
En ambos tipos de hernias, los primeros síntomas que nos podremos encontrar son los respiratorios: disnea, taquipnea, toses, respiración superficial o incluso podemos observar que el animal toma una postura anómala que le permite respirar con más facilidad.
Tales síntomas respiratorios están producidos por la presencia física de los órganos abdominales en la cavidad torácica, así como la acumulación de líquido pleural proveniente de la inflamación y la obstrucción del retorno venoso desde las vísceras. En ocasiones, debido a la oclusión del cardias si se hernia el estómago, este aumentará de tamaño debido al gas provocando una disnea más acentuada.
También podemos encontrarnos con síntomas digestivos, ya que el desplazamiento de los órganos del tracto gastrointestinal puede provocar vómitos, diarreas, dilatación gástrica, anorexia, etc. Suelen ser animales letárgicos, que no toleran el ejercicio.
En la auscultación, apreciaremos sonidos pulmonares disminuidos e incluso sonidos intestinales en el tórax.
Por supuesto, en casos muy graves nos pueden llegar los animales en shock tras la lesión en el caso de que sea traumática, con edema de pulmón o con neumotórax.
Pruebas diagnósticas
La primera prueba de elección es el estudio radiográfico de tórax, con vistas laterolaterales y ventrodorsal. En ocasiones, se puede administrar un medio de contraste oral para visualizar el estómago o intestinos en el tórax. Podemos determinar la presencia de lesión diafragmática, reconocer hemorragias pulmonares, líquido pleural o identificar fracturas.
La siguiente prueba que nos puede dar gran cantidad de información es la ecografía, pues de esta manera podremos observar el defecto o discontinuidad del diafragma y qué órganos están involucrados. De esta manera, obtendremos un diagnóstico definitivo. Existe un estudio en el que la ecografía tuvo una precisión del 93 % en el diagnóstico de rotura diafragmática en perros y gatos, con únicamente un falso negativo y un falso positivo.
Puedes consultar el artículo completo en Ateuves 105.