Para evitar los problemas de ansiedad en la edad adulta es importante que el cachorro haga una buena socialización.
La etapa de socialización dura desde las 3-4 semanas de edad hasta las 12-16 y permite al perro habituarse a conductas, especies animales amigas y estímulos que, en la etapa adulta, serán habituales. De esta forma no será necesario elaborar una respuesta de estrés cada vez que uno de ellos se presente. Es la forma de aprender a qué deben tenerle miedo y a qué no. Este periodo de socialización coincide con la separación de la madre y el periodo de primovacunación, una etapa crítica en la que no pueden salir a la calle ya que hay peligro de contagio de enfermedades infecciosas que pueden ser mortales para los cachorros.
El riesgo de abandono o eutanasia en perros menores de tres años de vida por problemas de comportamiento derivados de una mala socialización en edad temprana es mucho más elevado que el riesgo de contraer enfermedades mortalmente peligrosas en un cachorro. Debemos explicar al propietario las bases de la primovacunación y las interferencias con la inmunidad materna, así como la importancia de que el perro reciba una correcta socialización en este momento clave de la maduración. De este modo de mayor podrá ser equilibrado, responder sin miedo ante los estímulos normales y no tener fobias y miedos exagerados ante estímulos nuevos.
El momento de separación del cachorro de la madre y del resto de la camada es especialmente importante ya que es con ellos con quien aprende lo necesario para convivir con nosotros: la inhibición del mordisco, el control sobre la intensidad del juego, el lenguaje canino o la tolerancia a la frustración. El mejor momento para separar a un cachorro de su madre es alrededor de la novena semana de vida.
Para una buena socialización hay que enfrentar al cachorro a numerosos estímulos, situaciones e individuos de forma controlada, no exagerada y en ausencia de castigo o respuesta negativa por parte del propietario. Para ello tenemos varias opciones como son:
- Clases de cachorros, donde se juntan varios cachorros de edades similares en un entorno rico y controlado.
- Educación del propietario para que sea él de forma individual quien saque al perro en brazos y le muestre el mundo.
- Llevarle a una guardería de día donde estará con otros perros y personas en un entorno controlado mientras los dueños están trabajando.
Si estas actividades se realizan de forma correcta un cachorro no tiene mayor probabilidad de contraer enfermedades que otro con la misma situación vacunal que no haya tenido estas experiencias.

Las señales de apaciguamiento
forman parte del lenguaje canino.
El lenguaje del perro, ese gran desconocido
El lenguaje de los perros es simplemente eso: comunicación de un perro desde la mente de un perro. Aunque parezca obvio hay que resaltarlo, ya que un perro es un perro y, aunque pueden entender muchos gestos humanos y moldear conductas bajo nuestra enseñanza, siempre se comportarán como perros y responderán ante las situaciones como su mente de perro les dicte. Desafortunadamente la habilidad de las personas para entender la comunicación canina es muy pobre.
Los perros son animales sensoriales con un gran desarrollo de la vista, oído y olfato. Su comunicación es una compleja mezcla de posturas corporales, expresiones faciales y vocalizaciones. El lenguaje canino es importante para saber qué nos quiere decir el perro en cada momento, pero también lo es para identificar síntomas tempranos de ansiedad lo que nos da la oportunidad de ayudarle a resolver los conflictos antes de que se conviertan en fobias o puedan llevar a problemas de agresividad.
Las señales de apaciguamiento forman parte del lenguaje canino y como demostró Turid Rugaas, son de gran importancia ya que se muestran frecuentemente ante situaciones incómodas. Un ejemplo de situación común ocurre cuando un dueño llama a su perro por la mañana para sacarlo a pasear; tiene prisa y va con el tiempo justo así que su tono de voz es algo acelerado y fuerte. El perro mira para otro lado y se pone a olfatear el suelo, el dueño piensa que está remoloneando y le llama más firmemente por si no ha entendido la orden y como ha visto en la tele que debe hacer. El perro empezará a caminar hacia él en cámara lenta, haciendo una curva. El dueño lo regaña pensando que es desobediente y lo está haciendo a propósito. Este es un claro ejemplo de malentendido de comunicación entre dueño y perro: el perro piensa que el dueño está enfadado e intenta calmarle y el dueño piensa que el perro lo hace porque es desobediente y se tiene que enfadar aún más. La incomprensión puede producir frustración en el perro, bloqueo del lenguaje cuando ve que no sirve para nada y problemas de agresividad con otras personas y perros.
Cuando se conoce el lenguaje de los perros y se acepta que no se comportan como personas sino que lo hacen como perros, puede llegar a comprenderse lo que pasa en muchas situaciones en las que nos parecía que el animal estaba raro. Se debería recomendar a todo propietario que hable con un etólogo o educador para que le enseñe cómo es el lenguaje de su mascota.
Los perros son animales sociales y enérgicos
Como ya hemos dicho los perros se comunican como perros, pero también tienen necesidades propias de su especie y lo que a ellos les resultaría divertido e interesante no se lo proporciona el entorno en el que viven. Hoy en día nuestros horarios laborales y ritmos de vida no nos permiten estar mucho tiempo en casa por lo que cuando tenemos un perro en la familia, pasa muchas horas solo. Al volver de trabajar es tarde, estamos cansados y quedan muchas cosas por hacer en casa así que no siempre le damos al perro un paseo largo para que corra y juegue con otros congéneres.
Los perros necesitan correr y jugar todos los días con otros perros, hacer ejercicios que estimulen su olfato e inteligencia y tener momentos de distracción. Les gusta olfatear, morder, escarbar y revolcarse y, sobre todo cuando son jóvenes, tienen una alta necesitad de actividad física y estimulación mental. La incapacidad de expresar todos estos comportamientos normales y de tener cumplidas sus necesidades puede causar ansiedad en nuestros compañeros. Si no se dispone del tiempo necesario conviene valerse de la ayuda de alguien que los pasee o de una guardería donde pueda ir a pasar el día.
Extraído de Paula López de María García, La ansiedad en el perro, Ateuves 71, pág. 20-23.