Los comportamientos de las mascotas calificados por sus dueños como “anormales” suponen la primera justificación de abandonos y eutanasias. Conocer su origen es el primer paso para solucionar los problemas de convivencia y evitar estas consecuencias indeseables.
Según diversas encuestas realizadas a propietarios de felinos, el 46 % de ellos (casi la mitad) piensa que sus gatos presentan “conductas anormales”. De estas, el 70 % se corresponden con el marcaje, dentro del cual se encuentra la “eliminación inadecuada”, esto es, orinar y defecar fuera del lugar habitual.
Existe un buen motivo
Los gatos domésticos provienen de un antepasado salvaje, el Felis lybica o gato salvaje norteafricano. Como la mayoría de los felinos con excepción del león, los gatos son cazadores solitarios y territoriales, agresivos y muy bien armados. Para comunicarse utilizan su lenguaje favorito: el olfato, que funciona a distancia en el espacio y en el tiempo. El motivo es que así se mantienen alejados unos de otros y evitan peligrosas peleas en las que hasta el vencedor puede resultar seriamente herido. Con esta finalidad marcan continuamente su territorio impregnándolo con sus olores específicos con roces, las garras, las heces o la orina. De esta forma, dejan una completa información para sus congéneres sobre su sexo, edad y estado de salud, exactamente como si nosotros colgáramos una fotografía en la que, además, hubiésemos puesto la fecha.
¿Incompatibilidad de caracteres?
Aquellos lejanos tiempos del gato salvaje ya quedaron muy atrás. Por contacto y convivencia con el ser humano, el Felis lybica dio origen al Felis catus, nuestro actual gato doméstico, capaz de vivir en grupo con otros gatos. Incluso ha llegado a algo tan inadmisible para su lejano antepasado como el hecho de compartir su espacio con otras especies distintas como el ser humano. Esta convivencia puede ser fácil para ambos, llevadera y muy poco o nada molesta, como en el caso de los gatos outdoor (de libre acceso al exterior). Los problemas aparecerán en los gatos indoor (aquellos que nunca salen), con quien el dueño mantiene una estrecha convivencia como compañero de apartamento durante las 24 horas del día. Es en los gatos indoor o caseros (la inmensa mayoría de los gatos que atendemos en las consultas veterinarias), en los que se van a plantear esas “conductas anómalas” de las que se quejan casi la mitad de los propietarios. Estos comportamientos no son anormales en realidad, sino perfectamente naturales. Lo que ocurre es que cuando estos animales, repiten el modelo de marcaje dictado por su instinto, y lo manifiestan en el hogar, chocan con los hábitos de sus propietarios por las molestias que les pueden ocasionar.
Causas médicas de marcaje
La evacuación de orina o heces en lugares inadecuados por parte de los animales domésticos no siempre se explica como un problema de conducta.
En algunas ocasiones, determinadas patologías médicas influyen en la frecuencia, el volumen o el lugar de evacuación, y pueden incluso provocar dolor durante el proceso.
Entre estas causas, podemos mencionar:
- Alteraciones en el tracto urinario inferior del animal, es decir, en la vejiga o en la uretra. Este es el caso de la cistitis (inflamación de la vejiga) o la uretritis, y también de la existencia de cálculos (piedras) en estos órganos.
- Enfermedades renales, como la insuficiencia.
- Transtornos metabólicos, como la diabetes mellitus o el hiperadrenocorticalismo (síndrome de Cushing).
- Anomalías anatómicas de los músculos o huesos que intervienen en el proceso.
- Problemas ortopédicos que impidan orinar de la manera normal o causen dolor al hacerlo.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que la elevación de la producción y emisión de orina puede expresarse de dos formas:
- Con un incremento en el volumen de orina expulsada (poliuria) que, normalmente, suele ir acompañado de un aumento en la cantidad de agua ingerida. Este síndrome se conoce con el nombre de “poliuria-polidipsia”.
- Mediante el aumento de la frecuencia de micción, o polaquiuria. Normalmente esta patología suele deberse a lesiones irritativas en el aparato urinario, que causan la falsa sensación de que existe necesidad de orinar.
Extraído de: Un problema de convivencia.El marcaje felino. Santiago García Caraballo. Ateuves 8, pp. 15-20.